Entre el deber y la humanidad
Si alguna vez has solicitado una visa, seguro conoces esa sensación de nervios cuando te llaman a la ventanilla. Respiras profundo y con el corazón a mil te acercas y de repente te encuentras de frente con el vicecónsul. Ese oficial que, con unas pocas preguntas y en un minuto, puede decirte sí o no.
Ahora bien, ¿alguna vez te has preguntado quiénes son realmente? ¿Qué piensan? ¿Cómo es su vida cuando no están negando o aprobando visas? Hoy, te voy a contar lo que nadie te dice sobre ellos.
Como ex vicecónsul te aseguro que trabajar en el Departamento de Estado no es un trabajo fácil. Desde las 7:00 a.m., estamos frente a una ventanilla y vemos cientos de personas llegar; cada una con su historia, sus sueños y sus esperanzas.
En la complejidad de nuestro trabajo, actuamos como jueces imparciales. No se nos permite mostrar emociones, incluso cuando las historias que escuchamos nos tocan el corazón.
Nuestra labor se basa en aplicar la ley al pie de la letra, sin margen para excepciones ni decisiones motivadas por simpatía. Aunque debo admitir que las emociones influyen. En un solo día, pude entrevistar hasta 200 personas, tomando decisiones que, en cuestión de segundos, definiría el futuro de cada solicitante.
Muchas veces me preguntan si ¿los vicecónsules trabajamos con una ecuación? En definitiva, NO. Somos entrenados para pensar críticamente, para pensar si la historia del solicitante tiene razón o no ¿cómo metes en una ecuación algo tan subjetivo como la honestidad? Existen demasiadas variables humanas para aprobar o negar una visa, y les aseguro que ninguna ecuación podría medir con certeza si una persona está diciendo la verdad o si planea quedarse ilegal en los Estados Unidos. Razón por la cual el factor humano seguirá siendo indispensable. Decidir quién puede ingresar a un país no es solo cuestión de números, sino de análisis, experiencia y criterio.
Así que no, los vicecónsules no trabajamos con una ecuación, pero sí con una combinación de lógica, intuición y normas que siguen siendo la base del sistema migratorio del Departamento de Estado.
En la otra cara de la moneda, fuera del trabajo, soy una persona como cualquier otra. Tengo familia, amigos y hasta hace poco una linda hija que me espera en casa después de un día agotador e incluso cuando cerraba la puerta de mi oficina, a veces me preguntaba si hacía lo correcto con un caso difícil. No es fácil vivir con el peso de saber que una sola decisión puede cambiarle la vida a alguien; para bien o para mal.
Los vicecónsules no crean las leyes, solo las aplican. Es un mundo completamente competitivo que al final del día no buscan ser los villanos, simplemente hacen su trabajo con reglas que muchas veces ellos mismos no escogieron. No son enemigos, pero tampoco aliados. No están ahí para hacer justicia, sino para aplicar la ley migratoria de los EE. UU.
Hoy puedo decirte que los vicecónsules esperan personas preparadas que tengan claro porque quieren ir a los Estados Unidos, cuales son sus verdaderas intenciones en su mayoría, muchas de esas logran una afinidad que les lleva al éxito de su visa.
Hoy que soy ex vicecónsul sé mucho mejor manejar los niveles del deber y la humanidad. Reserva una consulta conmigo y prepárate para obtener tu visa americana. Ingresa a www.mrvisaguy.com y agéndate. ¡Tu visa espera por ti!